domingo, febrero 15, 2009

Cómo la planta del peyote llegó al pueblo Indio.


“Muchos años atrás, mi gente viajaba de lugar a otro. Íbamos de aquí para allá, parando solo una noche en cualquier lugar, y de nuevo en marcha al amanecer. Éramos cazadores, lo que la gente solía ser. Un día, una mujer estaba agotada. Estaba embarazada y se recostó en el suelo para descansar y dormir. Cuando se despertó, su hijo ya había nacido.

La mujer estaba muy asustada. Su pueblo se había puesto en marcha y se había quedado sola. Ella y su nuevo hijo estaban solos en el mundo. No sabía que hacer. Se incorporó como pudo y empezó a andar en la dirección que suponía que había tomado su gente. Muy pronto comenzó a sentir hambre. Su crío lloraba pidiendo alimento, pero, hasta que no pudiera comer y beber ella misma, no podría nutrir a su hijo. Se sentó al lado del camino y lloró con miedo y desesperación.

Entonces la mujer oyó una voz que le hablaba. “Mira detrás de ti”, le decía. “Coge las plantas que encontrarás creciendo a tu izquierda. Es comida y bebida para todo el mundo. Tómala contigo y, cuando encuentres a tu gente, dáselo. Diles que lo tomen con devoción y les sanará todas sus enfermedades y sufrimientos.” La mujer miró al suelo y allí vio unos pequeños, verdes, y redondeados cactus. Cogió un botón y le arrancó la blanca lanosidad que lo recubría. Después, comió el cactus y, aunque su gusto era amargo, se empezó a sentir cada vez más y más fuerte, sus pechos llenándose de leche para su hijo, y todo su coraje volviendo a sus venas. Una vez que hubo dado de mamar a su hijo, recogió todas las plantas que le era posible transportar de los verdes cactus de peyote y siguió otra vez la pista de su pueblo. A la caída de la noche los encontró...”

- Una Mujer Medicina de una tribu Yaqui.

Fuente Imagen: Reynold Watchman




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