Ayer recogía algunas orquídeas de camino en la senda de los abetos mientras el dulce aroma del pino y cedro me evocaba un poco de eternidad…
Ahí sobre la plateada senda gloriosa del amanecer, un hermoso ser acercándose me habló. Su resplandor regocijaba la simpleza natural de este bosque inanimado. Por un instante el tiempo dejó de correr, el viento se inclinó ante él y mis ojos se llenaron de lágrimas.
– Ha pasado mucho tiempo desde entonces – dijo ella con voz suave y perfecta.
– Si, Ángel tus alas lucen más claras, tu rostro más blanco y tu cabello más brillante que nunca, sigues siendo tan terriblemente hermosa… – conteste. El asombro era de tal magnitud que por un segundo eterno no supe que decir y sin saber por que fuerza motivado comencé a relatarle nuestra historia.
Hace algún tiempo en la última travesía descendí a través del Aqueronte hasta las ardientes aguas del lago Estigia. Pasé miles de años navegando, caminado entre ambiguos y oscilantes círculos imperfectos de abstracciones sin sentido…
Errante a la deriva en el salvaje océano de los olvidados, solo el magnífico faro de tu recuerdo guiaba mis ojos en las terribles noches sin estrellas. Lunas marinas y lobos de fuego fueron mis fieles compañeros en la incesante búsqueda. Cruce los temibles archipiélagos de incertidumbres, atravesé el colérico desierto de las mil paradojas, pase sin detenerme en las intempestivas islas del olvido y finalmente sobreviví al congelamiento de los icebergs enfermos en el planeta desesperanza…
He de decirte que tuve una gran embarcación hecha de preciosas palabras y que ni siquiera el punto astronómico más preciso pudo darme mejor dirección que la luz de tu recuerdo. Así bajo la poderosa quilla de mi destino transcurrieron centurias de leguas y conocí muchos de los rincones del universo al que tú me habías enviado…
No todo en el viaje fue sombrío, también viví extraordinarios momentos. Las serenas tardes en los jardines de Angkor fueron una delicia en compañía de la poesía de Neruda. Las expediciones nocturnas por la mística montaña de los Amuatas en Cusco reavivaron las enseñanzas de Don Juan. Los esplendidos amaneceres en las ciudades del sol me recordaban las exquisitas conversaciones con Borges y el gentil mar de la bahía de los moais, en la isla de los monolitos, sanaron mis desnudos pies errantes…
Y te pregunto, ¿por qué después de tanto tiempo no te encuentro, tu me encuentras?...
Abriéndose el capullo de su nívea mirada expresó:
- Sabías que así tendría que ser, sabías que nunca estuviste sólo, siempre supiste que la mayor de tus travesías terminaría aquí - Susurro precisa.
Avanzamos caminando por la plateada senda destino, uno a uno, nuestros pasos dejaron la huella que otros habrán de seguir, que otros están recorriendo, que otros jamás recorrerán…
Ahí sobre la plateada senda gloriosa del amanecer, un hermoso ser acercándose me habló. Su resplandor regocijaba la simpleza natural de este bosque inanimado. Por un instante el tiempo dejó de correr, el viento se inclinó ante él y mis ojos se llenaron de lágrimas.
– Ha pasado mucho tiempo desde entonces – dijo ella con voz suave y perfecta.
– Si, Ángel tus alas lucen más claras, tu rostro más blanco y tu cabello más brillante que nunca, sigues siendo tan terriblemente hermosa… – conteste. El asombro era de tal magnitud que por un segundo eterno no supe que decir y sin saber por que fuerza motivado comencé a relatarle nuestra historia.
Hace algún tiempo en la última travesía descendí a través del Aqueronte hasta las ardientes aguas del lago Estigia. Pasé miles de años navegando, caminado entre ambiguos y oscilantes círculos imperfectos de abstracciones sin sentido…
Errante a la deriva en el salvaje océano de los olvidados, solo el magnífico faro de tu recuerdo guiaba mis ojos en las terribles noches sin estrellas. Lunas marinas y lobos de fuego fueron mis fieles compañeros en la incesante búsqueda. Cruce los temibles archipiélagos de incertidumbres, atravesé el colérico desierto de las mil paradojas, pase sin detenerme en las intempestivas islas del olvido y finalmente sobreviví al congelamiento de los icebergs enfermos en el planeta desesperanza…
He de decirte que tuve una gran embarcación hecha de preciosas palabras y que ni siquiera el punto astronómico más preciso pudo darme mejor dirección que la luz de tu recuerdo. Así bajo la poderosa quilla de mi destino transcurrieron centurias de leguas y conocí muchos de los rincones del universo al que tú me habías enviado…
No todo en el viaje fue sombrío, también viví extraordinarios momentos. Las serenas tardes en los jardines de Angkor fueron una delicia en compañía de la poesía de Neruda. Las expediciones nocturnas por la mística montaña de los Amuatas en Cusco reavivaron las enseñanzas de Don Juan. Los esplendidos amaneceres en las ciudades del sol me recordaban las exquisitas conversaciones con Borges y el gentil mar de la bahía de los moais, en la isla de los monolitos, sanaron mis desnudos pies errantes…
Y te pregunto, ¿por qué después de tanto tiempo no te encuentro, tu me encuentras?...
Abriéndose el capullo de su nívea mirada expresó:
- Sabías que así tendría que ser, sabías que nunca estuviste sólo, siempre supiste que la mayor de tus travesías terminaría aquí - Susurro precisa.
Avanzamos caminando por la plateada senda destino, uno a uno, nuestros pasos dejaron la huella que otros habrán de seguir, que otros están recorriendo, que otros jamás recorrerán…
Exeled Cari
6 comentarios:
Gracias por esta bella publicacion que nos recuerda que seguimos la senda que es la vida... Cuando somos fieles a nuestros principios y escuchamos esa voz que nos guia.
Como bien lo decia Borges " El camino es fatal como la flecha pero en las grietas, esta Dios que acecha"
En momentos de confucion como los que estoy pasando, encuentro en tus palabras un grato abrazo y un no estas solo. gracias, sigue por favor izando el fuego en nuestros corazones.
"Si no nos perdemos en la busqueda, nunca nos encontraremos a nosotros mismos"
Tiz no recuerdes mas... muere cada dia y camina dispuesta, si tus principios tienen fin , asi te embriagaras cada noche soñando pavadas locas y creyendote la artista bohemia que nada que ver , por que eso no vale la pena... al final te despiertas y el camino tuyo no sera ese que no te cuente nadie afuera de ti, ni par ni chaman, ni brujo i sacerdote, n amante, ni inmigrante. Liberate y deja tu nombre en Paz.
Quié es el autor?
Hola. Si, ¿Quién es el autor? Abrazos Grandes desde Rep. Dom.
Hola. Si, ¿Quién es el autor? Abrazos Grandes desde Rep. Dom.
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